Acababa
de ganar la última etapa de montaña. Con solvencia, con maestría, incuestionable.
Pero no encontró los parabienes que se daban a otros por menos. Solo sus
seguidores y algunos contertulianos habían comentado su gesta. El resto no se lo
creía o no quería creerle. Ante sus triunfos argumentaban el silencio o los
reproches.
Desde
el principio de la Vuelta
le abocaban a un nuevo fracaso, cuando no tenían en cuenta la gesta de año
anterior. Después le acusaban de violento, de que no corría como los otros, y
siempre lo hacía de la misma manera. Cada año igual. Solo algunos rivales le
tenían en cuenta pero era con la boca pequeña y a el le parecía que con retranca.
Sus últimas etapas de montaña habían sido dispares. Buenas con puertos
parecidos al de hoy, con triunfo; malas o no muy buenas con puertos algo diferentes.
Estas ultimas no victorias habían incrementado las críticas hacía el, no si
fundamento, pero muy duras y sin sentido, sacando todo de su lugar, extrapolando
sin necesidad
Sobre
todo desde los dos últimos años a esta parte, había dejado de ser el corredor
simpático que no ganaba nada destacable, mientras que otros ganando lo mismo
eran exaltados. Sobre todo su paisano, si ese del mismo pueblo, que hiciera lo
que hiciera era bienvenido. Sus desastres eran cacareados con tanta elocuencia
como se olvidaban al siguiente día, cuando mostraba su mejor sonrisa, falsa
muchas veces. Por presupuesto y ayudas de todo tipo era mejor
Pero
a él por mucho que sonriera últimamente le llamaban antipático, violento,
cabezón, y todas las lindezas posibles.
Desde
hace tiempo había decidido no hacer caso, refugiarse en su gente, en quien le
quería. Aunque estos también empezaban a comportarse como sus enemigos, a veces
aportando argumentos, otras, las mas por cabezonería: “no me gusta tu traje”, “esa
pierna no esta bien”, “por que tomas esas galletas y no otras”. Sin embargo, seguía
adelante. Como lo hizo el pasado año. Sin escatimar esfuerzo cada vez que se montara
en la bici. Tal vez había perdido esa presión hacía los rivales, pero en conjunto
había ganado en calidad y en experiencia. Lo que le falto el pasado curso para
redondear el año. Seguía ahí. Molestaba que no estuviera ya hundido
Ahora
sólo le quedaba un puerto duro al final. El resto eran etapas de llano y media
montaña.
Sentía
temor, siempre había fallado en esas etapas, incluso el año pasado pasó alguna
vez. Pero se sobrepuso. Este año sería más difícil. Sus rivales habían
aprendido la lección, el todavía no había perfeccionado su nueva forma de correr,
siempre tendría la opinión en contra. Incluso cuando ganaba en el barro, o
cuando lo hacía sobrado de fuerzas. Era su sino.