ATLÉTICO DE MADRID 3 – ZENIT 1
No nos engañen. La Champions es Europa, no la Liga Española. El premio de
jugar esta competición es tanto económico como deportivo.
Se sufre para ganar, se
sufre por perder.
Desplazado de mi localidad
habitual, vi el partido desde una posición nueva.
Tras unas escaleras
terribles para mi peso y maravillosas para mi dieta, me senté al lado de un “comepipas”
increíble. Suelo tener compañeros callados, pero este se lleva la palma. Menudo
desmote.
Se notaban los nervios en
la grada.
Comenzó el partido.
Sorpresa el Zenit echado atrás y dándonos el balón. Cambio de papeles. O no.
Esto nos ocurrirá en casa muchas veces.
Así pues empieza el baile.
Como ocurre cuando tenemos que crear, se buscan las asociaciones, y más con la
falta de Costa, que imprime más verticalidad al juego. Así la banda derecha fue
despoblada ante la inutilidad de Juanfran
para el desborde, solo apta para la salida a trompicones y el mareo propio. La izquierda
era otra cosa con Filipe. De Kobe y Arda dependía el juego y las asociaciones,
y prefieran combinar entre ellos y tener a
Filipe de acompañante.
Con Villa intentando desmarques o
retrasándose al borde del para buscar su tiro, negado en un sentido y en otro
por falta de rapidez y por las continuas faltas que recibió; Adrián buscándose y
buscando su sitio en una banda u otra (chaval te van a comer la tostada pese a
partirte la cara), sin ganas y sin muchas posibilidades para intentar el desborde
o el uno contra uno.
El juego caía en un
ajedrez en el centro del campo, con avances de rugby en cada saque de banda (otra
vez la falta de Costa). Los fallaban las piernas cambiadas, y solo los tiros
lejanos daban algo de emoción al juego. Intensidad mucha. Presión desbordada
poca, medida. En estas que llegó el corner salvador y Miranda embuchó a la red.
Estrategia al poder y fallo defensivo rival.
Descanso después de dos
oportunidades fallidas en tiros de fuera del área.
Más tranquilidad en la
grada.
Pensaba yo que íbamos a
arrollar en el segundo tiempo. Pero no, salimos igual. ¿Igual? No. El Zenit se
adelantó líneas y quito a un defensa, tras los cinco minutos iniciales la
caraja de los diez siguientes fue monumental. Nos costo una mana salvadora, un
gol y un larguero. Nos entro el nervio y el miedo a la grada. En estas que la
jugada de casta protagonizada por Arda nos dio la alegría de la noche. Dos a
uno y todo volvió a la “paz” del primer tiempo. El equipo se soltó, tímidamente
eso si, y empezaron los mejores minutos del equipo. Todo culmino con el gol de
Batistao, al que le bastaron tres toques para alojar al balón donde nos gusta (CHAVAL QUE TE QUITAN LA TOSTADA)
Se acabó, las dos últimas
oportunidades rusas ni siquiera metieron miedo.
Todos contentos.
Noche de Champìons
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