SEVILLA 0 – ATLÉTICO DE MADRID 1.
Contentos debemos estar por el resultado, por ganar a un rival al que muchos tenemos tirria, más no por el juego y lo que aconteció en el campo.
Desesperados andan la pléyade de periodistas y comentaristas deportivos antiatléticos, que buscan nuestras desgracias sin medir quien es el rival y sus méritos. Todo vale para intentar hundirnos y menospreciarnos. Pero no pueden. Nuestro equipo es una roca en su juego, y cuando nuestra defensa está fina, es casi imposible para equipos de medio pelo como el Sevilla y otros “exgrandes” que pululan por la liga española. Si a eso le unimos el gran final de temporada de Courtuois y el “renacimiento” cara al gol de Falcao, “ajo y agua”.
El partido, pues, según el guión más o menos previsto. Somos, queramos o no, un equipo previsible. Era un partido previsible.
No valieron de nada las alabadas tácticas de alguien que parece según la presa, esta por revolucionar el fútbol. Así el señor Emery, sin dejar de jugar a lo Amarrategui ayer intentó descubrir el Dorado futbolístico, colocando tres centrales y dos carrileros largos. ¡OH díos! La nueva quinta esencia del fútbol. Si lo hubiera hecho Clemente, otros gallos cacarearían.
Pero el descubrimiento táctico no cambió el guión: presión inicial de Atlético con oportunidad incluida, durante diez minutos. Y después mal juego, aderezado con la lucha barriobajera, en las que los dos equipos participaron. La posesión del Sevilla era más nominal que otra cosa, pues el centro del campo no existía y su intento de jugar por banda era inexistente. El atlético se replegó atrás olvidándose de jugar y contragolpear, hasta diría yo de presionar, pues los centrocampistas sólo se dedicaban, en ambos equipos, a la destrucción que no a crear juego; y si hubiéramos presionado arriba un buen roto podíamos haber echo ante la apertura en banda de los carrileros sevillistas, que estaban más parados que corriendo, pues no tocaban el balón y veían la pelota de lejos. Nos fuimos al descanso, como si lo visto fuera ya visto y conocido, y a la espera de ver algo nuevo en el segundo tiempo, mascando lo que sería el preludio de lo que acontecería después. Que era tan conocido como esperado, más no dejábamos de negarlo en nuestra ansia Atlética.
Salida en tromba del Sevilla. Había que aguantar los diez primeros minutos y se hizo. Y después azucarillos diluidos. Juego insulso hasta que apareció nuestro hombre. Costa, a más señas.
Vale que le peguen por todos los lados. Vale que le busquen. Vale que la tarjeta no fue merecida. Pero coño es que siempre hace lo mismo. Se lo busca el solito. Si criticamos a los Pepes, a los Alves y demás fauna del fútbol patrio. Tenemos que criticar a Costa más que nos pese. Lo que no es no es y punto. Hay que llamarle urgentemente a capitulo, y si no puerta, con todo el dolor de nuestro corazón.
Su reincidencia ya es peligrosa. Las patadas y demás van en el sueldo.
Simeone saco al “ausente” por Costa y a RG8 por Cebolla. La cosa salió bien. RG8 en su línea. El ausente asomo la cabeza, no tanto como algunos nos quieren hacer ver y su jugada, pase, mano de Súper Mario, bolea de RG8 y aparición milagrosa del “resucitado”.
La mano hace llorar a los llorones, que se conformaban con el empate y cabrea a la afición rival cual ejecutiva a las ocho de la mañana en el libro La Flaqueza del bolchevique de Lorenzo Silva. Calentita por demás con lo acontecido con Costa. Sinceramente nosotros hemos sufrido y hecho lo mismo.
En fin, más que le pese algunos, a muchos, tres puntos a la buchaca. Seguimos arribas más les pese. A esperar con confianza, una vez más el Derby. Una vez más deseando que cambie el guión. Esperando que la “flaqueza del bolchevique” a sea para otros.
P.D. para aquellos que no se han leído el libro en el primer capítulo, el protagonista y narrador de la historia se empotra contra el descapotable de una irritante ejecutiva un lunes a las ocho de la mañana. Ciertamente, él se distrajo un poco, pero ella no tenía por qué frenar en seco ni, desde luego, escupirle todos los insultos del diccionario. Vamos lo que acontece en cualquier grada española y más allá.
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