ATLÉTICO
DE MADRID 2 - ATLÉTHIC DE BILBAO 0.
Andábamos finalizando el puente de los Santos. Qué
mejor broche a unos días de no trabajar, pero de hacer cosas en casita, de ir a
coger setas y bonetillos. En mi caso cine y Warner con la familia y amigos. Tacho
estos días para ir a la Warner: imposible que los chic@s se montaran en algo
sin esperar colas más espantosas que los disfraces que pululaban por allí. Eso
si cafecito y paseo no faltaron.
Pues eso, domingo por la tarde hora de toros, que ni
los más viejos del lugar recordamos; celebración del Día de las Peñas; equipo
correoso y leñero las más de las veces que nos complica la vida como visitante.
Total lémures que aparecen en el horizonte.
Pero no. El autocar se coloca de los primeros para
salir y para no tener que regatear motos y personas a la salida. Nos acorta la
cuesta para ir a la Ermita de San Valentín, lugar que uno junto con otros
peñistas de Pinto visito con devoción antes de los partidos en el Calderón.
Cada uno tiene su pequeña ermita donde adorar a Baco, con prudencia y mesura. Nuestras
“vestales” favoritas no daban abasto como los “consagrados in sacris faciendis”
de dentro, debido a la avalancha de parroquianos. Aun así el zumo entro en
nuestros cuerpos mientras deliberábamos sesudamente sobre lo divino y lo
humano, bajo un sol tan reconfortante como molesto.
Contentos pues nos acercamos al anfiteatro donde
nuestros héroes se medirían a los pérfidos vascos.
La cosa empieza mal. Dos tarjetas rápidas a Godín y
Miranda por saltos. El hermano Fernando parece que tiene ganas de liarla y no
mide con el mismo rasero las entradas bilbaínas.
Trascurren veinte minutos de juego malo, malo, pero
malo en el cual el balón circula más por el aire que por el suelo. Si el Bilbao
quería realizar un juego basado en lo que se denomina segunda jugada, a fe que
no lo consiguió, ni a segunda, tercera, ni cuarta. Vamos de espanto. El balón
era movido por pollos sin cabeza.
A eso del minuto veinte los nuestros empiezan a
templar. Poco a poco vuelve nuestro Atleti y se empiezan a animar tanto
parroquianos como héroes. Juanfran sube la banda como los ángeles, y Adrián
parece reencontrarse. Tiago dirige las operaciones mientras que Gabi apaga
menos fuegos que de costumbre. Koke tiene más el balón y la alegría se nota.
Villa y Costa enseñan los dientes y tras dos intentos Villa mete un gol que
calma mis temores temporalmente.
Ocho minutos más tarde Costa remata la faena en uno de
su goles clásicos.
El segundo tiempo no es más entretenido que el primero.
Jugadas de mérito, oportunidades pero sin goles.
Tres puntos más. Lo que es costumbre últimamente.
Volvemos a casa con el presi de la peña con el
entrecejo “arrugao” por eso de la lotería, mientras que las nuevas generaciones
cantan y cantan como discos rayados.
El Bilbao decepcionante un tiro en el minuto ochenta.
Me decepciono Valverde.
Creo que los simpatizantes bilbaínos, que de todo hay
con eso de la “españolidad” de sus jugadores, recordaran una de las escenas
finales de Blade Runner donde Rutger Hauger mientras masacra a Harrison Ford va
comentando:
-
Yo he visto jugar a Iribar. ( y el gol de
Leivinha)
-
He visto a los hermanos Rojo
-
He visto a Goicoechea hacer volar al
contrario
-
He disfrutado con Guerrero (poco que
disfrutar)
-
He visto …
-
Pero no he visto Bilbao tan malo y penoso
como el de hoy.
En fin, un día cualquiera en el Calderón.
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