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...¿QUÉ, CÓMO CAZA LA PERRITA?



El Tío Maximino vivía en un pueblo cercano a la Capital. Era el herrero del pueblo, por lo que las pocas tierras que tenía se limitaban a los huertos, de los cuales los más productivos se encontraban en el río cercano, al cual, se orillaba, unos kilómetros arriba la mencionada Capital. Su escasa economía la complementaba con un trabajo fácil pero a la vez poco remunerado, que consistía en medir en las diferentes casetas la altura que alcanzaba del aprendiz de río. Entre esto y los huertos se veía obligado a ir varias veces por semana al río.
Le acompañaba una perra o perrita y un pollino o pollina, que siempre portaba unas alforjas rojas, color preferido del Tío. Por lo cual pollino y Tío, junto con la perrita, destacaban entre el paisaje meseteño, más tendente a los colores claros, cuando no blancos.

Una vez jubilado, más por obligación que por devoción, el Tío Maximino se dedicaba a su afición favorita: la caza. Para ello siempre se acompañaba de la perra. Durante toda su vida había tenido, indefectiblemente, perras. Consideraba, en su tozudez, que eran mejores que los perros para la caza.
No importaba el pelaje o la raza, siempre perras o perritas como las llamaba él.
Desde niño las entrenaba para la caza, tanto con armas como sin armas, y era considerado uno de los mejores tanto en la caza como en el entreno. Lo que no le salvaba, a menudo, de las chanzas de los señoritingos de la ciudad cercana y de otros de allende de los límites provinciales. El no respondía a las mismas, y agachaba la cabeza, las más veces rezongando. Otras, cuando los señoritingos fallaban la presa, reía por lo bajo o en abierto. Lo cual no gustaba a los señoritingos, pues se creían los amos del mundo y de las tierras de caza de la comarca, aunque no fueran cotos privados.

Desde hace unos tres o años más o menos, sus hijos le regalaron una perra nueva, pues la que tenía había muerto prematuramente, después de haberla comprado de segunda mano. La llamó Chola. Su pelaje era rojo, con unas motitas blancas. La raza no se sabía bien, pero se advertía que se haría grande.

Poco a poco la perrita lleno las expectativas del Tío Maximino y cazaba como ninguna que el hubiera tenido recientemente. Tendría que remontarse hasta hace cuarenta años para encontrar una mejor o cuando menos similar.

Poco a poco la perrita se amoldo a todo tipo de caza y empezó a destacar en todas. El gran salto era la caza mayor para lo cual se le exigía que cazara a los lobos, ciervos y jabalíes que pululaban por la comarca. Para la caza menor de conejos, libres, hurones y zorras, andaba la perra sobrada, y rara era la pieza que se le escapaba, primero en la comarca y luego en las cazas que eran invitado a lo largo de la península. Con lo que poco a poco Tío y perrita se ganaron el respeto de casi todos los que los veían en acción, exceptuando los señoritingos recalcitrantes, que los hay en todos los lares.
Su primer gran triunfo fue quedar campeón en la denominado Liga Europa, que ya había ganado hacía muchos años con otro nombre. Pero para los señoritingos era un premio menor, a los que ellos no se presentaban por su caché. Poco después gano otra copa de caza denominada Supercopa de Europa, pero siguió sin tener el reconocimiento de los más recalcitrantes pues las piezas no llegaban a ser ciervos o jabalíes, los más preciados, Aunque en este caso fuera un lobo grande y hermoso al que redujo son miramientos.
Tuvo que ser, meses después cunado al cazar un ciervo en tierras de los señoritingos cuando alcanzo, por fin el reconocimiento perdido y la ira de los señoritos empezó a hacerse visible.
Empezó una nueva temporada de caza y poco a poco alcanzo metas que el propio Tío no recordaba. Pocas piezas se le resistieron ya fueran del tipo que fueran. Al final no sin sufrimientos, desmayos y sustos la perrita alcanzó el campeonato ante la incredulidad de los de siempre, y estuvo a punto de dar la sorpresa, en un campeonato denominado Liga de Campeones.

Pero el verano trajo malos augurios. La perrita tuvo un accidente importarte en el que perdió partes significativas de su cuerpo.
Sustituidas estas por algunas de similar categoría, no le tocó al Tío otra que empezar de nuevo en el entrenamiento de la perrita, pues, se atisbaba que la forma de cazar había cambiado.

Aún anda Maximino buscando nuevas formas, puesto que la caza esta siendo irregular en esta nueva temporada. Ya se oyen las críticas tanto de los afines al Tío como de los señoritos recalcitrantes.
El Tío Maximino pide paciencia.
Lo malo es que unos y otros siempre pregunta ¿...Qué, cómo caza la perrita?

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